lunes, 13 de junio de 2016

209. KAYAK, DE MILAGRO A CASTEJON



"Ega, Arga y Aragón, -dice el dicho-, hacen al Ebro varón". El capitán Aguilar nos propuso entrar esta vez al río Ebro desde el Aragón (con el Arga ya con él) y por ello llevamos los kayaks hasta una zona amable enfrente del pueblo navarro de Milagro desde donde pudimos echarnos fácilmente al agua. En esta zona tiene el Aragón aspecto de gran río (que lo es) pero es justo señalar que la profundidad no era muy grande.


Enseguida pasamos por debajo de los modernos puentes de la carretera de Milagro hacia Tudela y de la circunvalación sur de Milagro, con restos de la última riada en sus machones.


Y también saltamos por la orilla izquierda un pequeño azud que hay enfrente de Milagro y que podíamos haber evitado de haber salido de una zona recreativa que hay un poco más abajo de nuestro punto de embarque.


Dejando Milagro atrás. 


Ya nos estábamos acostumbrando a las aguas verdoso-claras que bajan del Pirineo cuando a poco menos de dos kilómetros de Milagro, (algo más abajo del punto de la foto anterior) vemos un gran brazo de agua verde oscura a nuestra derecha. Señores, -dice el capitán César-, ya estamos en el Ebro. Con la emoción del momento ninguno de los tres hizo foto del lugar y cuando yo quise darme la vuelta hacia atrás para guardar un lugar tan especial ya no se apreciaba gran cosa. Además había que tener cuidado con las corrientes, que del Ebro nunca hay que fiarse. Pongo aquí el track que grabó César y señalo con el (1) el encuentro con el Ebro. 


Pasadas las corrientes de la confluencia, en seguida se muestra el gran río como prometía: grande y majestuoso, así que ahora sí que le hago una buena foto:


El Ebro en este tramo, parece un río distinto del que habíamos recorrido en jornadas anteriores, aunque no faltan estrechamientos y algún rápido que no esperábamos. El paisaje es amplio y en los bordes aparecen grandes playas de grava que anuncian los Sotos de Alfaro.


Antes de llegar a los Sotos vimos sobre una de estas playas de grava una gran manada de vacas bravas (de las que corren los encierros), pero con nosotros se asustaron mucho (debemos de tener pinta de conquistadores) y antes de que consiguiéramos acercarnos a ellas para hacerles una foto ya habían huido al interior de las choperas. 

A falta de cuernos animales encontramos este otro pecio de hormigón varado en el centro del cauce.


 Ni idea de para qué lo harían y de cómo pudo el Ebro traerlo hasta aquí. Pero ahí en medio está poco antes de llegar al punto en que sale por la derecha la "madre" que envuelve los Sotos de Alfaro y a la que no pudimos acceder porque justo en ese punto la Confederación ha movido este año un montón de tierras para proteger la toma de aguas de Alfaro y ha cambiado el cauce del río, encontrándonos justo un rápido en la curva por la que se entraría a ese brazo muerto del Ebro. Pongo aquí en detalle la diferencia entre el cauce de años atrás y nuestro recorrido grabado por el gps de César.


Dejamos atrás los Sotos (al fondo en la siguiente foto), damos varias curvas con ligeros acelerones y encontramos esta bonita pared de tierra llena de nidos de...¿abejarucos? César dijo otro nombre ornitológico pero ya me corregirá.



 No había contado que al tradicional grupo de tres se unió esta vez Carlitos Alvarez junior, al que vemos en la foto de arriba con el kayak de paseo de su padre.




Yo estuve buscando el murete más lleno y vistoso de nidos y a fe que lo encontré:



Me corrige César: son "aviones zapadores", qué bonito nombre. Y ya puestos, busco unas fotos en internet para ilustrame (gracias a sus autores):




Siempre que veíamos un remanso, César se metía a ver qué especie vegetal o animal podía descubrir, aunque para mí que el mejor descubrimiento siempre era el de la propia belleza del rincón.  


Esta escultura de troncos y ramas del borde del río fotografiada por César no la mejora el más afamado escultor del mundo:


En otro rincón cercano ya a nuestra meta, César me  avisa de la existencia de una planta de vid silvestre:


En la margen derecha casi se nos pasa de ver la llegada al Ebro de un pequeño riachuelo. ¡El Alhama! Ahí tienen su imperceptible desembocadura


Un potente puente del ferrocarril de grandes arcos de hormigón anuncia entre los árboles la llegada a Castejón:



Como nos entretuvimos mucho recreándonos por ambas orillas se nos olvidó hacer la tradicional foto del desembarco, pero en la parada para el bocado que echamos un poco más abajo de los Sotos de Alfaro, Carlitos Junior nos hizo una foto al estupendo trío kayakero que hacemos César, Carlos Alvarez padre y yo. Y además así se ve que en ese tramo el Ebro se había estrechado y tenía fuerza y corriente, y que no en todo el recorrido aparece tan manso y varón como lo he pintado aquí.  


Y es que cuando el río corre... ¡hay que agarrarse al remo y dejarse de fotos!

Excursión realizada el viernes 10 de junio del 2016 aprovechando el puente de fiestas de San Bernabé, con día soleado y bastante cierzo (como se nos ve en el pelo). Ah! y aquí la peliculilla que me grabó el superreloj que me regalaron mis hijas: