martes, 1 de marzo de 2016

197. CERRO SAN PEDRO, 1.425 m. (4k, 400+). Madrid.



Ya tenía ganas de empezar a andar por las montañas de Madrid. Y para empezar, nada mejor que subir al pequeño cerro de San Pedro que descubrí haciendo la mili en Colmenar Viejo cuando nos tocaba hacer las penosas marchas al campo de tiro. Fue en el frío invierno de 1977 (!). Han pasado de eso unos añitos pero recuerdo con gusto la contemplación de las afloraciones rocosas del célebre granito madrileño. Si no recuerdo mal, el cerro era zona de blanco para los tiros de los tanques de El Goloso, que, a mayor adiestramiento en el fuego de combate (!), tenían que silbar sobre nuestras cabezas de soldaditos de a pie con el Cetme en la mano.


A la hora de tirarnos al suelo para proceder a vaciar nuestro cargador, hacíamos una larga fila y mira por donde que a mí me tocó un charco. Buena pulmonía agarré aquel día. Pero bueno, ya vale de las guerras del abuelo. Ahí arriba tienen, en estas estupendas fotos que he tomado de Panoramio (y que como siempre agradezco encarecidamente a sus autores), al Cerro de San Pedro. También tomo prestada esta siguiente en que se le ve desde arriba, es decir, desde la Sierra de Guadarrama.


Con razón le llaman Monte Isla porque domina todo un mar de prados y pueblos entre Madrid y la Sierra. Me entretengo con estas contemplaciones porque su ascensión desde el collado de la carretera entre Colmenar y Guadalix no es más que un corto paseo de 2 kms y 440+ que hicimos en 43 minutos de subida y algo menos de media hora de bajada, por un marcadísimo sendero que no tiene pérdida alguna.


Algunos de los tracks que había consultado le dan una vuelta por su cara sur para no repetir el itinerario de subida y bajada, pero como Madrid nos suele pillar de viaje, preferimos subir y bajar por el mismo sendero para no entretenernos mucho. El punto de aparcamiento lo dejo enlazado en el link del final del post. Se salta la tapia de piedra por un agujero en la valla metálica que la dobla y eleva, y para arriba:


Había gente subiendo más o menos a ritmo de paseo, pero Rosalía, como es habitual, puso la directa y enseguida llegamos a otra tapia que hay que saltar por un paso en el que da pena que se caigan las piedras.


Como puede verse, la única forma de parar un poco a mi colega es decirle: ¡espera, que te hago una foto! Y como era ella la que más miraba hacia atrás, viendo lo bonita que era la vista hacia el Guadarrama, pasada la tapia me hizo también una foto a mí con su móvil:


Superados los primeros repechos viene una zona mas tendida y agradable:


Pasada esta zona, ya sólo queda el repechón final que salva por la izquierda las rocas cercanas a la cumbre:


En cuanto vemos que asoma una antena y junto a ella, el mojón de piedras donde está el vértice geodésico, ya estamos arriba:


Una selfie y un par de vueltas al monolito a ver si encontrábamos un resguardo del frío viento:


La corta ascensión no daba ni para un almuerzo. Así que entre el frío viento y la sudada interior, para tomarnos una mandarina y unos pocos cacahuetes preferimos bajar un poco. Preciosa foto la del descenso con ese tremendo viaducto recién construido para el AVE saliendo hacia el norte de las entrañas del cerro:


Aunque yo no soy mucho de observaciones de la fauna y la flora, en la bajada me llamó la atención esta pequeña bolita de orugas y le hice una foto:


El único punto "poco elegante" (vamos a decirlo así) de todo el recorrido es el salto de la tapia por el que se empieza (o acaba) la excursión. Ya ven lo que hay que hacer:


Tampoco la abandonada caseta de camineros da mucha alegría (tomo también la foto prestada), pero al menos el parking es amplio:


Objetivo logrado:


Ahora solo queda volver otro fin de semana a Madrid para caminar por La Pedriza, La Cabrera, Guadarrama, Somosierra, La Pinilla o lo que salga al paso.

El track quedó grabado en Wikilok. A la hora y media que pone de recorrido hay que quitarle el cuarto de hora que estuvimos parados en el descenso tomando la mandarina y los cacahuetes, así que lo dicho: 45 minutos para la subida (que se puede hacer mucho más relajadamente en una hora) y media para la bajada.