martes, 29 de octubre de 2013

137. EL CUERVO, 1882 m. (14k 880+) VENTROSA, La Rioja



La noche anterior de subir a EL CUERVO nos dijeron que era un monte más bien feo y lleno de pinos y casi se me quitan las ganas de subir; pero como ya no tenía tiempo de pensar en otro plan, lo hicimos, y la verdad os digo que de feo nada de nada. Muy bonito y recomendable. Eso sí, con buenas indicaciones, como las que espero dar aquí.


La ruta para subir la saqué del libro de Juanjo Hidalgo, Montes de La Rioja, ruta nº 28 y para más detalle y mejor llevar me la puse en google earth y en relieve. Se sale por la parte alta de Ventrosa camino de Brieva, con la garantía de ir por un GR. Al llegar al collado del Palo, se gira noventa grados a la derecha y se sube un largo lomo herboso dirección norte-sur sin sendero. A la derecha de un monte de pinos llamado pico del Cuervo, que de pico no tiene nada, se coge un camino marcado, y hasta arriba. Como Ventrosa está a 1.002 m. la ascensión es de 880 m., que medidos con google earth en planta, son 7 kms.


Tener que cruzar todo el pueblo es un placer y la salida hacia Brieva está muy limpia, pero un poco más adelante hay que atravesar una zona de pabellones ganaderos sucia y llena de ladridos de perros. Como para echar a correr.


Un poco más adelante nos saluda este pedrusco hincado en el camino. Qué curioso y bonito.

Ahora bien, fuera por acelerar al paso por la suciedad ganadera, fuera por las vallas de una repoblación de pinos que encontramos enseguida, o fuera por falta de indicaciones del GR, lo cierto es que no sé si a estas alturas de la película ya nos habíamos perdido y en vez de ir por el GR nos habíamos metido por un valle a la derecha con un camino tanto o más claro y despejado que el oficial. Elogio sarcástico a las indicaciones del GR riojano, y como el camino era bueno, y al fin y al cabo íbamos a salir al mismo lomo norte-sur por el que subir al Cuervo, seguimos adelante. En amarillo, el recorrido previsto. En azul, el realizado. Ahí dejo los dos, a gusto del consumidor.


En efecto, llegamos al lomo norte-sur a la altura de un gran corral circular de ovejas y giramos a la derecha. No hay sendero pero el monte está bastante limpio (por ahora). En la siguiente foto vemos a Rosalía en pleno esfuerzo y detrás suyo, a la izquierda, el camino por donde habíamos subido (seguramente hecho por los ganaderos para subir al corral de ovejas) y detrás, el roquedo por donde estará el paso a Brieva o collado del Palo.


Mirando hacia arriba, aparece el oscuro pico del Cuervo (que de pico nada, ja ja) y a la derecha del mismo, el camino que nos llevará a avistar al fin nuestro objetivo. Por el fondo y a la izquierda, aparece antes el Cabezo del Santo:


Cuando se suaviza la pendiente del lomo norte-sur se disfruta de lo lindo. Mirando hacia el Este se ve el Cerro de San Cristóbal por donde discurre la carretera entre Brieva (justo debajo de ese cerro) y Ortigosa. En el punto más bajo de la línea cumbrera está el puerto de Peña Hincada, punto de salida hacia el Cabezo del Santo, justo por debajo de aquellos pinos que se ven al fondo a la derecha.


La siguiente foto es para el momento en que llegamos al camino que veíamos a la derecha del Pico del Cuervo (ese que de pico no tiene nada..., y van tres).


Entran ganas de correr porque al llegar arriba aparece al fin la silueta del Cuervo (?), que oscuro sí que es pero forma de cuervo pues...

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Los montes siempre engañan con las proporciones. Parece que estaba lejísimos, pero desde ahí es un paseo hasta la cumbre. Para animarnos echamos un vistazo hacia el Noroeste y contemplamos las faldas traseras del San Lorenzo (derecha) y el Salineros (izquierda), y algunos trozos de la "pista del cielo" que conté en Montes 132.


La pista nos lleva suavemente hasta el pinar de la falda norte del Cuervo, y atentos a ese punto porque ahí es donde luego vamos a echar a suertes el descenso.


De momento tiramos por la izquierda del pinar por las trazas que hacen los Land Rover de los ganaderos y en veinte minutos llegamos a la cumbre. También se puede meter uno por el camino que se adentra en el pinar y en la primera bifurcación tirar a la izquierda (para arriba), porque ese camino va a salir a un paso de la cumbre. Justo en este colladito que vemos en la siguiente foto, con lo que nos evitamos el pequeño tobogán por el que en ese momento estábamos perdiendo unos metros de altura.


Y ahora, sí, todo de frente y llegada a la cumbre. A un paso normal, yo diría que el tiempo a calcular es de dos horas y media. Pero como se ve por las fotos y nuestra vestimenta, últimamente nos hemos pasado al "monte deportivo" y sus "marcas", así que... "marcamos"... dos horas y cinco minutos.


Ya se me ve en la cima, con cara de Kilian Jornet.... grrrr (el tipo no, el tipo no doy)


Por cierto, monte deportivo o no, la cima es preciosa, despejada, y con unas panorámicas impresionantes.


Foto también de Rosalía con el mojón y el buzón, y como he visto en los blogs de los montañeros que alargando un poco el brazo podemos salir los dos juntos, pruebo a ver qué tal y... ay ay, ya sabía que el que está cerca sale deformado y muy feo. Sea sólo por una vez.


Mirando hacia el sur, tenemos enfrente el Castillo de Vinuesa y el cordal que va hacia el Santosonario y la Mesa de Cebollera.


Y a la derecha del Castillo de Vinuesa, nada menos que la cara norte del Pico Urbión. Bellísimo desde aquí.


Otra de las sorpresas de la cumbre es que, ochocientos ochenta metros por debajo, se ve Ventrosa. El que diga que este monte es feo, que revise su sentido de la estética.


Hacía mucho viento en la cumbre y aunque soplaba oeste, a casi 1.900 metros era muy fresquito, por lo que bajamos unos metros para sentarnos a almorzar al refugio del primer pino.


Pero la historia de este monte no se ha acabado. Ni mucho menos. Ahora viene lo más... "interesante". La historia del descenso. Ya decía yo en el post anterior que a mí me gusta bajar alegre y sin preocupaciones por donde he subido, y para muestra (para lección) esta excursión. Llegados al punto que os decía antes, Juanjo Hidalgo propone en su libro coger la pista del pinar, caminar en dirección Oeste bajando suavemente y luego dar con una senda en duro zig zag hasta la horquilla del río Ventrosa, y en caso de no encontrar esa senda, dice, seguir por las pistas que acabarán por llevarte abajo.


Trato de encontrar en google earth algún rastro de esa senda que baja en zig zag y no se ve nada de nada. Como el libro de Juanjo es de 1998, esa senda estará más que abandonada. Y las pistas son feas, largas y tienen mil líos de cruces. Veo en cambio en google earth que el lomo del lado derecho del río Ventrosa parece estar bastante limpio y que para bajar al mismo punto de la horquilla del río parece haber un sendero bastante marcado, así que la tarde anterior me hago un planito de otra posible ruta para bajar.


Pero si os fijais bien en la foto de google, por el fondo del barranco del río Ventrosa baja una pista bastante más blanca y limpia, por lo que llegados a la encrucijada que os decía antes, al borde de los pinos, decidimos tirar por la del medio. Aquí los tres posibles itinerarios vistos desde abajo.


El comienzo no puede ser más alegre y prometedor:


Un poquito más abajo, una alta valla de repoblación de pinos nos da un pequeño susto, pero aún deja paso:


No sé de cuando sería la foto de google earth pero un poco más abajo, el camino empieza a perder su blancura.


Y un poco más abajo, empieza a hacerse intransitable:


Tan intransitable y tan lleno de zarzas, que al llegar al punto en que hace unos pequeños zig zags, lo perdemos completamente, nos metemos en la maleza, nos arañamos (Rosalía se agujerea la mallas, ayyyy, menuda cara me pone...) y pasamos un rato malísimo. Tan malo que no estaba yo para hacer fotos y mal que me pesa porque aquello era un infierno y me hubiera gustado que lo vierais ¿Cómo salir de allí? Subimos un poco hacia arriba y a duras penas damos con el zig zag, lo bajamos y seguimos por donde podemos con la mosca detrás de la oreja hasta la misma horquilla del río, donde me relajo y hago un par de fotos del infierno de maleza y de zarzas que habíamos dejado atrás.




Menuda aventura. Los montes son muy traidores en el descenso porque si se te cierra el camino al bajar (cosa muy normal por el aumento de la vegetación y porque pasan los años y no se pastorea ni se cuida) tienes que subir de nuevo hasta arriba, ay, y si la tarde se acorta (justo era el domingo en que habíamos cambiado de hora) la alegre excursión se podía haber convertido en una pesadilla. Mi consejo pues, qué consejo ni que leches, MI NORMA es que si no conoces perfectamente el camino de bajada, lo mejor es descender alegremente por el mismo que has subido. Y en nuestro caso, hasta podríamos haber ido por el collado del Palo arreglando el entuerto de la subida. En fin, una lección más.

En la horquilla inferior del río Ventrosa eché un vistazo a ver si encontraba la llegada del sendero del itinerario número 2 pero tampoco nada. Sucísimo todo. A ver si se subvencionan las cabras, hombre.

Lo único que estaba claro era el camino ¡asfaltado! hasta Ventrosa porque en algún tiempo hicieron unas piscinas (ya abandonadas, que el dinero público está barato) en la horquilla del río Ventrosa, a las que Juanjo Hidalgo llama nada más y nada menos que "El Balneario".


Una cosa es que los periodistas informen mal, que para eso les pagan, pero entre montañeros, y sin cobrar, entre colegas, vaya, a ver si nos damos buena información y buenos consejos.

Excursión realizada el 27 de octubre del 2013. Aquí los tracks separados de ascenso y descenso (este último lo inicié un poco más abajo de la cumbre).

http://www.endomondo.com/workouts/262777470/3895467
http://www.endomondo.com/workouts/262876224/3895467