miércoles, 18 de septiembre de 2013

133. EL SENDERO A LAS NEVERAS. (14k, 775+). SOJUELA. LA RIOJA



Hace unos años dieron mucha matraca los medios de comunicación con que se habían "restaurado" las antiguas neveras del Moncalvillo, que habían balizado un sendero desde Sojuela para subir hasta allí y que todo era muy bonito. Como de los periodistas se puede fiar uno tanto como de los políticos, no tuve ni tentaciones de subir, pero pasados unos años y leídas en internet algunas breves crónicas mucho más fiables de los colegas que suben tracks a wikilocs, me pareció que no estaría de más echar ya un vistazo. (Aquí uno de ellos: Paco_mé). Y es que, si en el anterior post hablaba de una pista por el cielo, esta excursión prometía más bien un meterse de lleno en el bosque.

Por el perfil de la subida y algunas fotos de los tracks, me pareció más un sendero de running trail que de montaña, pero como todavía no ha llegado mi cumple (las esperadas zapatillas) y como en el Moncalvillo hay unos pedruscos redondos muy gordos, tampoco parecía ser mal día para las botas de monte. Son 7 kms de suave y sostenida subida (y otros siete de bajada por el mismo recorrido) con un desnivel de 775 metros (Sojuela 650 - Mocalvillo 1.425) en el que la vegetación va cambiando paulatinamente haciendo que el recorrido resulte de lo más variado y agradable. El camino/sendero no tiene pérdida porque está perfectamente balizado incluso para días de nieve (marcas naranja y verde fosforito en los árboles).


Comienza, eso sí, por caminos asfaltados, en nuestro caso incluso por la calle Mayor del pueblo, porque aparcamos en la misma plaza.


Asfalto que se acaba poco antes de llegar a una gran balsa donde hay un merendero bastante chungo.


El camino zigzaguea a continuación, cambia a pista y vuelve a ser camino de hierba despistando un poco, pero sin mayor problema porque hay balizas en cada cruce. Así da gusto.




Cuando dejamos ya los caminos o pistas de vehículos de dos ruedas, da comienzo un marcado sendero que a mediados de septiembre tenía colorido precioso. Eso sí, atentos al suelo porque los pedruscos redondeados del Moncalvillo son traidores con los tobillos.


De vez en cuando el bosquecillo clarea y se puede ver la línea cumbrera, muy lejos aún.


Se cruza un camino y el bosquecillo abierto de roble rebollo de hoja caduca cambia radicalmente a un pinar de repoblación en bancales donde en seguida se advierte que el sendero no tiene nada que ver con un antiguo recorrido de mulas bajando nieve porque lo mismo llanea por los bancales que los sube cual escaleras.



Pasado ese primer tramo de bosque joven en zig zag aparece una zona de bosque de pino algo más antiguo que presenta un aspecto realmente mágico: no es que la luz entrara de costado iluminando la parte alta de los troncos sino que la corteza es más clara en altura y en un día tan nublado como el que subimos da la sensación de que saliese el sol.


Otra vez cruzamos una pista y el bosque se hace más variado no tardando en aparecer las hayas.



A la altura de la fuente Ojosa donde podía oírse aún el ruido cantarín del agua en este mes de septiembre. Como no hice fotos a la subida pongo dos de la bajada.



Pasados estos magníficos rincones se vislumbran por los costados del sendero alguno de esos estremecedores "ríos de piedras gordas" tan característicos de la parte alta del Moncalvillo que anuncian que ya estamos cerca de la línea de cumbre.


Aquí el último tramo del recorrido (algo reconstruído porque mi GPS perdió la señal y el endomondo dejó de dibujar). El lazito final indica la zona de las neveras.



Tras unos pocos tramos más de subir por el bosque, el horizonte clarea y se ven las vallas de madera que les han puesto a las reconstruidas neveras.


A parte de las vallas, también se ve una caseta de piedra con tejado de paja sobre onduline verde igualmente vallada para que no entres, ay.


Por supuesto, las vallas están tiradas, y tanto la falsedad de la caseta como la ridícula protección te dan ganas de cagar y de hacerlo dentro, pero bueno, uno es civilizado y no va a hacer eso. Viendo que doscientos metros más arriba está la línea cumbrera, a lo que invita tanta valla es a largarse y a subir hasta la caseta de la torre de vigilancia de fuegos, que mira por donde la han repintado de naranjita (que yo recuerde, antes era de un algo más discreto color verde).


El panorama hacia el sur es magnífico y Rosalía resopla y descansa contemplándolo.


No es para menos (lo de descansar y resoplar, digo) porque... no sé si porque nos habíamos hecho a la idea de que este recorrido era más para running trail que para monte..., el caso es que subimos casi corriendo y lo hicimos en ...¡ una hora 40 minutos ! (¡madre mía!) cuando lo normal parece ser el hacerlo entre dos horas y dos horas y media. Una marca que me dejó aún más sorprendido cuando el descenso, que habitualmente lo hacemos volando, nos costó una hora y 20 minutos.


Como las restauraciones/falsificaciones por muy bien intencionadas que sean no me gustan mucho, y menos llenas de vallas y carteles, lo mejor que puedo decir es que gracias a ello se ha conseguido uno de los senderos más bonitos y variados de La Rioja, y que lo recomiendo vivamente a quien quiera disfrutar de andar/correr/pedalear por el bosque.

Y andar casi en soledad (!), porque en la mañana de un magnifico y fresco domingo (15 de septiembre del 2013) , sólo nos cruzamos con un corredor de trail que bajaba saltando, con un ciclista de montaña solitario que llegó cuando curioseábamos las neveras, y con tres miembros de una familia que subían cuando ya bajábamos. Nos pareció poquísima gente para un lugar tan sonado y tan publicitado, y mira por donde, (también hay que decirlo), para un sendero tan bonito y tan variado.

En la veloz bajada aún tuvimos tiempo de hacer una foto más en uno de los poquísimos momentos en que el bosque deja ver el valle. Tan excepcional es el acontecimiento, que incluso está indicado como "mirador del valle". Entrena al fondo y abajo, y el pequeño pueblo de Sojuela, delante