jueves, 7 de octubre de 2010

61. EL ZUGSPITZE, 2962 m. Pequeño paseo por los restos de su glaciar

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Hace un par de años, veraneando junto al Lago Constanza, me planteé acercarme a conocer la “gran montaña” de Alemania, su cima más elevada, el Zugspitze. Si no lo hice fue porque las carreteras que bordean el Bodensee tenían un tráfico tremendo y no pocos atascos, así que temía perder mucho tiempo. Pero este año, pasando el verano a cuatro pasos de Garmish-Parterkichen, a poco de llegar allí nos acercamos a verlo. Bueno, a intentar verlo, porque el tiempo lluvioso de todo el mes de agosto hizo casi imposible la empresa. Los farallones de roca que se ven desde Garmish son verdaderamente grandiosos


y la gran muralla de roca que se ve desde el Eibsee en Grinau (un poco más al Oeste de Garmisch), es preciosa



pero con el tiempo que hacía, la cima estaba casi siempre cubierta de nubes.

Como el macizo de Zugspitze es la gran atracción turística de la zona y el turismo interior en Alemania es diez veces superior a cualquier turismo razonable, todo el entorno de Zugspitze es una verdadera feria. Por todo ello, entre lo complicado que era aparcar en cualquier parte, lo larguísimo que es cualquier acercamiento montañero a la cumbre, la dificultad del idioma para hacer gestiones en los posibles refugios, y el clima lluvioso al que he hecho alusión, aceptamos la derrota montañera y optamos por ser unos turistas más subiendo a verlo en el funicular cuando el tiempo lo permitiera. Y eso fue el 14 de agosto, ¡once días después de haber llegado allí! y... cuando las hijas ya se habían ido.

El poder de la ingeniería alemana sobre la montaña consiste en llevarte hasta la misma cima y por el lado más corto, es decir, el más vertical.


Para llegar a la cruz que señaliza la cumbre hay que sortear una vía ferrata llena de gente,



así que, bastante avergonzados ya con haber subido tan alto sin otro esfuerzo que el de pagar el billete, preferimos asomarnos al “plateau” del viejo glaciar y bajar al mismo (en otro funicular) para hacer un pequeño recorrido por los restos de hielo que quedan.




Los numerosos folletos turísticos que dan por todas partes (foto de arriba) pintan ese “plateau” nevado como si se tratase de un verdadero glaciar, y la verdad es que con la altura que tiene el monte, la latitud a la que está y la forma en corona abierta hacia el Este (muy parecida a la del Vignemale) se podría esperar que allí hubiera una grandiosa explanada blanca, pero nada más lejos de ello. Grande sí que es, pero en su mayoría pedregosa. Es decir, poco premio para quien elija subirlo por el larguísimo camino del valle del Reintal o “vía normal”.

Como decía, nosotros bajamos al "plateau" y aunque no teníamos crampones para andar por el hielo ni piolet para apoyarnos, no tuvimos mayor dificultad en dar la vuelta al pequeño glaciar sobre el que apoyan los postes de unos telesquís.





En la parte superior del glaciar nos asomamos a las paredes del lado austriaco pero las nubes llegaban justo hasta el mismo borde rocoso



En el descenso había que andar con cuidado de no darse una buena culetada sobre el hielo, así que fuimos andando hacia la roca completando el periplo en una hora poco más o menos.



Pongo también una vista general del pequeño glaciar, hecha desde la estación del funicular del “plateau”



y una singular imagen del “fuego” que ardía en la cafetería de dicha estación..., que por si sola habla del despropósito montañero de la jornada.



Yo creo que lo mejor del macizo del Zugspitze tienen que ser las mil y una vías de escalada que habrá en sus innumerables paredes, pero ese es un mundo que se nos escapa. Así que por volver a los orígenes de este blog, con el que trataba de acercarme a las montañas como maravillosas arquitecturas de la tierra, me atrevería a decir que la mejor forma de contemplarlo puede ser la que nos brinda Google Earth con la herramienta de relieve puesta. Puestos a depender de las máquinas y a no recomendar repetir nuestra experiencia, yo invitaría al lector que quisiera recorrer su fisonomía a hacerlo con tan estupendo invento. Y estas tres imágenes pueden ser una buena muestra.