sábado, 22 de agosto de 2009

40. EL CANIGOU, 2.784 mts, (7k 634+) refuge de Cortalets



En algunos montes muy conocidos y frecuentados lo más complicado no es llegar a la cima sino dar con una buena información sobre la aproximación. Es el caso del Canigou (foto de arriba, visto desde las proximidades de Perpignan) donde el lío de pistas y negocios de transporte en todo terreno hasta el refugio de Cortalets nos dieron más de un quebradero de cabeza. Volviendo a los orígenes arquitectónicos de este blog no estaría de más hacer de vez en cuando la consideración “urbana” o de la “ordenación del territorio” que rodea a las montañas porque en macizos como el del Canigou creo que son más importantes tales datos para la planificación de una buena excursión que el propio hecho de llegar a lo más alto. Me alegraría por ello que el relato de nuestra ascensión pudiera evitar a más de uno la desorientación que tuvimos nosotros con los preparativos.

Por los relatos de internet y por las respuestas de la gente de Prades, no hubo forma de conseguir buena información sobre el estado de las pistas para subir al refugio de Cortalets, ni sobre la organización de los horarios de apertura y cierre de las mismas, así que aceptamos lo de subir en todo terreno (25 euros p.p. ida y vuelta). Pero dar con las empresas de todo terreno tampoco fue nada fácil, unos te dicen que salen de Prades, otros nos dijeron que de Taurinya y otros que de Corneilla de Conflent, y al final hay que recurrir al teléfono y en francés, que por el momento se me da muy mal. Conseguimos tres números de teléfono en la oficina de información y turismo ( Mr Colas, 0468052708, de Prades; Mr Bouzan, 0468059989, de Villefranche; y el de Corneilla: 0468056461) y sólo logramos plaza en el primero de ellos, el de Prades, que nos ofreció tan solo dos horarios: a las 8, ó a las 11. Como nuestro plan era hacer noche en el refugio que habíamos reservado previamente (tfno 0468963619), nos sobraban horas por todas partes.

El punto de encuentro con los todo-terreno de Prades es un parking que hay junto al edificio de bomberos. La compañía de jeeps se llamaba “La Castellane” (aunque su bandera sea la aragonesa....) y sus conductores son unos chavales locuelos que aceleran con alegría por las pistas levantando nubes de polvo y calentando los motores al límite.



Los veinte kilómetros de ascensión por la pista de Vilerach a las 11 de la mañana con todo tipo de coches por medio, valientes ciclistas, y despistados randonées, es un evidente despropósito montañero. Y llegar a las 12 y cuarto del medio día al refugio de Cortalets, otro.



¿Pero que le íbamos a hacer? Como la cima estaba tan a la vista y el cartelito decía que en 1h 45 se podía llegar arriba (los conductores de los jeeps decían prudentemente que en 2 h) , pues..., para arriba.



El recorrido no tiene pérdida, y entre los que bajaban de la tanda de los jeeps de las 8 y los que subíamos de la tanda de los jeeps de las 11, aquello parecía una romería. Pero en fin, a mí no me molesta que suba mucha gente al monte; al final el monte puede con todos. Del refugio se sube al cordal, y desde el cordal se ve el sendero hacia la cima. Así es como se ve desde abajo:



Y así es como se ve desde la cima, con Prades al fondo del macizo:



Rosalía puso la directa y mi GPS marcó un tiempo de 1h 36m minutos cuando yo llegaba a la cima tras ella con algo de mareo. Para machacarme un poco más me dijo que aún podía haber subido más rápido... No sé, o yo ya no puedo con estas alturas o mejor que Rosalía se busque un compañero de cordada más dinámico. En fin, aparte de estos detalles deportivos, lo que estuvo divertido es que al llegar a la cima diez metros por delante de mí, se volvió y me dijo: “¡la cumbre está tan llena que creo que no cabemos!”.

Pero bueno, al final, entre la gente, la nube de hormigas voladoras y las avispas varias que pululaban por allí conseguimos hacernos un hueco y sacarnos una foto en la cruz,



aunque una de las avispas finalmente se enfadó y me mordió en un brazo. Suerte que aún ando rápido de reflejos y no me metió todo su veneno, porque si no, vaya que me hubiera acordado de la cumbre del Canigou. Sacamos el almuerzo y nuestra botellita de Marqués de Riscal comprada en el Auchamp de Perpignan y nos pusimos a almorzar con tanta calma que para cuando hubimos acabado ¡no quedaba nadie en la cumbre!. Ni las moscas.

Objeto preferente de mi contemplación desde la cima fue el amplio valle y sendero que mira al sur



y que creo que es la mejor de las opciones de subida pues además de solitaria tiene como remate final la llegada al pico por una elegante chimenea que aunque bastante vertical creo que todavía está a nuestro alcance.



De lo que no puedo hablar es de la aproximación inferior por los refugios de Mariailles y Pastoral ( a 1.718 m), o el de Aragó (a 2.123 m), pero las pistas de acceso no parecen ser mejores que las de Vilerach o Taurinya y creo haber leído en algún relato que el refugio Aragó está en bastante mal estado.

En fin, como esto no quiere ser un estudio exhaustivo del Canigou sino un simple relato, contaré que el refugio de Cortalets es un lugar de lo más agradable y acogedor, que los chicos que lo llevaban en este verano del 2009 eran de lo más simpático, y que la cena nos deparó una excelente amistad con dos montañeros parisinos, Alain y Jean Jacques.



Pero la excursión no se acaba aquí. Contra mi idea de que las ascensiones pirenáicas han de durar por lo menos dos días, las compañías de todo terreno han convertido la del Canigoú en uno sólo. Y como el descenso en todo terreno estaba acordado para las 6 de la tarde del segundo día, pues algo había que hacer con tantas horas. Y vaya que hicimos. A primera hora de la mañana de la segunda jornada nos fuimos de exploración al viejo circo glaciar del Canigoú llegando hasta sus últimos restos,




y hasta la parte inferior de la brecha Durier



que tampoco parece muy complicada y que sale al sendero sur poco antes de la chimenea (ver foto anterior desde la cima). Sería otra posibilidad de ascensión elegante y solitaria desde Cortalets. Para quien quiera subir por ahí, decir que hasta el circo hay un sendero que no viene en el mapa 1/25000, que sale justo desde el laguito de encima del refugio y que discurre por el lado izquierdo del valle glaciar. Nosotros subimos por todo el pedregal del lado derecho de la hondonada y como nos lo encontramos ya arriba sólo lo disfrutamos a la bajada.

Por aquello de bordear los restos del pequeño glaciar anduvimos por la inestable morrena del mismo formada de grandes piedras, y la verdad es que nos costó casi media hora salir de allí y con alguna torcedura de botas.

La segunda aventura que se nos ocurrió en ese segundo día fue pasar del todo-terreno para el descenso (telefoneándoles para que no nos esperaran, claro) y bajar andando hasta Fillol por la pista que llega al collado de Milleres (842 m), gracias a que nuestros amigos parisinos se ofrecieron a llevarnos en coche desde ese pueblo donde tenían su coche hasta el parking de los bomberos de Prades.

La pista tiene 14 kms y ofrece estupendos senderos de atajo que la acortan notablemente, pero mientras en la parte de arriba es amplio y muy bonito, los de la parte inferior se pierden lamentablemente en el monte bajo;



y entre el calorazo que hacía y el larguísimo descenso que llevábamos (casi dos mil metros de desnivel desde el circo glaciar), el valle se nos hizo interminable. En el fondo del mismo se ve Taurinya. Fillol queda a la izquierda de la imagen.



Desde el refugio de Cortalets (2.150 m) hasta Fillol (750 m) tardamos 3h 30 minutos. Lo peor fue que dimos una vuelta en la llegada y bajamos hasta la carretera. Desde el camping del col hay un camino directo a Fillol, pero como yo tenía los pies hirviendo no tenía ganas ya ni de consultar el mapa. Resultado del pedregal del glaciar, el descenso y el calor: tres enormes ampollas en los pies.

Mientras esperábamos a nuestros colegas parisinos, que bajaron desde la cima por el GR y el Roc Blanc, nos bebimos unas buenas cervezas en el café de Fillol, y entre el cansancio y las cervezas me dejé olvidados en una silla los bastones montañeros que estrenamos en la subida al Aspe. Ultima pequeña sombra de esta gran excursión pirenáica realizada en los días 5 y 6 de agosto del 2009.