sábado, 19 de diciembre de 2009

47. CODÉS,1.416 m (6k 600+). Santuario de Codes, Navarra

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No conservo datos de la primera vez que subí con Rosalía al Codés y tampoco recuerdo tener fotos en blanco y negro de las que hacía por entonces, pero alguna habrá y cuando las encuentre las incorporaré a este blog. Lo que sí recuerdo de aquella ascensión es que aún no vivíamos en La Rioja, y que si proyecté subirlo cuando vivíamos en Bilbao era por lo mucho que me había atraído desde siempre su majestuosa silueta vista desde Logroño. Desde Santa Lucía y con un poco de teleobjetivo, su imagen (la de la foto que encabeza este post) es aún más grandiosa pues desde un punto de vista algo más alto se le ve elevarse en solitario sobre la depresión del valle del Ebro.

En este blog he contado ya el paseo que dentro del mismo macizo hicimos con las hijas por el Valle de los Penitentes en la primavera de 1993. Así que en cuanto fueron un poco más mayores pensamos hacerlo con ellas. El caso es que el día elegido Teresa no pudo venir, seguramente porque tendría ese día algún compromiso musical y no pudo venir; pero a fé que nos alegramos de la suerte porque ese hizo mucho frío y aún recordábamos lo mal que lo había pasado dos meses antes en la ascensión al Alto Redondo de Jubera también contado en este blog.

Igual que en esta última excursión, y a falta de Teresa, también nos acompañó José Luis Gutiérrez, esta vez, con Ana, su mujer. Pero dejemos a los excursionistas y vayamos con la excursión.

Al Codés (los libros de monte dicen que su cima se llama Joar o Yoar, pero es un nombre que a mí no me gusta nada...) se puede subir desde Santa Cruz de Campezo (vertiente norte) o, desde el Santuario de Nuestra Señora de Codés, por la cara visible desde La Rioja. Ni que decir tiene que es esta última la que me ha interesado siempre. En la imagen con relieve de Google Earth puede verse el conjunto del macizo, con el Valle de los Penitentes a la izquierda, Santa Cruz de Campezo justo detrás de la cima, y el Monasterio, abajo, justo en el límite entre los campos cultivados y el monte.



El itinerario es muy evidente: desde el Monasterio (814 m) se sube hasta el collado de La Llana (1.190 m) que está a mitad de camino entre la cumbre del Joar a la izquierda (1.416), y una cumbre algo más baja situada la derecha, La Plana (1.337).



En la tradicional foto del comienzo de camino se puede ver cómo el sendero se interna inmediatamente en el bosque...



...para avistar enseguida las esbeltas agujas de las Peña de los Cencerros que dejaremos a la izquierda



Cuando se acaba el monte y el sendero se empina, estamos en el momento más bonito de la excursión.



La vista hacia abajo refleja también la belleza de este pasaje



Tengo anotado que con una Elena algo renqueante, tardamos desde el Monasterio hasta el Collado 50 minutos.

Si la primera parte del itinerario era claramente dirección Sur-Norte, ahora pasa a ser Este-Oeste, y superado un primer tramo de sendero abierto, el recorrido vuelve a transcurrir por el bosque de hayas.



En vista del mucho frío y la mucha niebla que iba a hacer en la cumbre decidimos almorzar al abrigo del bosque, y darnos calor con nuestra tradicional botellita de vino.



Tengo anotado que llegar a la cumbre nos costó 1h 40m desde la salida y que en el almuerzo empleamos 20 minutos, así que desde el collado hasta la cima no debe costar más de media hora.



En el descenso por el hayedo no hubo mayor problema de pérdida del itinerario, pero el enfoque automático de la cámara sí que se perdió con la niebla.



El comentario con que cerré aquella excursión dice que fue una ascensión más corta de lo esperado, pero bastante dura. Así que de volverla a hacer, mucho mejor pensar en las 2 horitas para la subida. Y a poder ser, sin niebla.

lunes, 30 de noviembre de 2009

46. EL MONCAYO, 2.314 m. (10k 700+) con esquís de travesía

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Hace unos meses me contó mi hermano Ricardo que había subido al Moncayo con su hijo Juan y me dio mucha envidia. El Moncayo es una montaña magnífica y solitaria que la contemplo una y mil veces cuando voy por la autopista de Logroño a Zaragoza o por la carretera desde Logroño a Soria; así que aunque la subí hace muchos años con los amigos del Club de Montaña Sherpa de Logroño, no me importaría volver a ella alguna vez más.

Tengo sólo tres fotos de aquella ascensión realizada con esquís de montaña en la primavera de 1986, pero son muy elocuentes de los tres puntos fundamentales de la misma, puntos que he señalado en la fotografía con relieve hecha con Google Earth.



El punto de partida es el Monasterio de Nuestra Señora del Moncayo, situado a 1.612 m., por lo general accesible en coche salvo días de mucha nieve. La senda se interna por un hayedo que en nuestro caso ya estaba con nieve, así que alguno de nosotros, como se puede ver en la foto ya subió con los esquís desde el punto de partida. En concreto creo que es el Buri:



Pasado el hayedo se llega al Circo Cucharón, 1833 m. donde se puede optar por seguir por el lomo de la izquierda (en la foto se llega a ver la senda zigzagueante) hasta el Cerro de San Juan (2.283 m), y luego hacer la larga arista de la cumbre hasta el pico Moncayo, a la derecha, o bien seguir directo hacia la cima, que es la opción que tomamos nosotros:



Recuerdo que la pala que sube desde el circo era bastante dura pero que con veintitrés años menos la subimos y bajamos con esquís sin mayor problema.

En la cumbre me hicieron una foto: yo soy (o mejor dicho, era, ja ja ja) el de la izquierda.



No recuerdo que tomara tiempos y si lo hice no los guardé pero es una ascensión que se puede hacer fácilmente en dos horas.

A ver si alguien me anima y la repetimos juntos.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

45. LA RHUNE, 905 mts. (9k 750+) PIRINEOS. PAYS VASQUE




Se nos acababa la semana de vacaciones de San Mateo en Biarritz de este año 2009 y el altivo monte de La Rhune seguía oculto en la niebla (la foto de arriba es la imagen de google earth con relieve), pero nos daba igual, había que subirlo. Conquistada la “montaña sagrada” de Cataluña este mismo verano, la también llamada “montaña sagrada” del País Vasco no se nos podía resistir. Aunque... muy sagrada no será porque con casas en la cumbre y un trenecito turístico llegando hasta la cima, mucha sacralidad no le veo yo. A menos que lo sagrado tenga que ver con la cantidad de gente que sube. Como digo, era un jueves 24 de septiembre, o sea, día laborable, y en el parking donde se deja el coche (158 m. de altitud), un poco más arriba del bello pueblecito de Ascain, casi no había sitio. A las diez de la mañana Rosalía contó 28 coches (!!!). Y ese es el punto desde el que sube menos gente, porque el recorrido es algo más largo y duro que desde el collado de San Ignacio, de donde parte el tren.



Un letrero amarillo decía que la subida a La Rhune desde ese punto costaba 2h 40’ pero a nosotros nos parecía demasiado. Rosalía puso la directa nada más salir, y como era muy divertido ir adelantando a gorditos y jubilados franceses, en 1h 38 minutos llegamos a la cima. No es broma porque son 747 m. de desnivel y 4,5 km de distancia (medidos por el GPS) así que con la humedad y el bochornillo que hacía llegué a la cumbre como si saliera vestido de una ducha.


El recorrido no tiene mayor dificultad aunque en días de niebla cualquier despiste se puede pagar caro. El primer tramo de la subida discurre, priumero por un camino, y después por un amplísimo sendero.


Pero hacia la mitad del mismo se puede optar por seguir por donde marcan los letreros, dando una gran vuelta por la derecha, o seguir recto hacia arriba. Sintiéndonos nosotros, “avezados montañeros”, tomamos la segunda opción que, como se puede ver en la siguiente foto, está menos marcada, y acaba en un pinar donde puede ser fácil perderse en caso de mucha niebla. Nosotros tuvimos la suerte de que en ese momento se despejó un poco y hasta pudimos avistar la cumbre.



Superado el pinar se juntan nuestro camino con el que parte de San Ignacio y el zigzageo hasta la cumbre era ya como una romería. No quiero ni imaginar cómo puede ser en cualquier fin de semana. En lo alto del cumbrero se ve la línea del trenecito:



Y en la cumbre, la gran antena y los grandes caseríos con sus bares.



No hubo por tanto dificultad alguna para encontrar alguien que nos hiciera la foto en la pavimentada cima.



Curiosamente la cima está en territorio español y los bares son de gente de Vera de Bidasoa, así que mientras nos tomábamos unas cervezas y nos comprábamos una botella del vino para el almuerzo (una comodidad de lujo tras una ascensión), entablamos conversación con uno de los camareros que nos contó que en verano hay días en que suben más de 2.500 personas. Vamos, que ni en la playa.


En el descenso hice una foto de Rosalía junto a la vía del tren,




y esta otra foto en la que se ve la larga vuelta del camino, ahora a la izquierda, que igualmente no cogimos, para irnos en cambio hacia la derecha con los que bajan al collado del tren y... casi perdernos a la hora de dejarlo, porque las indicaciones de nuestro atajo no son muy buenas. Hay que tener cuidado en ese punto, especialmente si la niebla es densa.

Pongo también aquí la foto aérea de google mostrando en rojo nuestro recorrido, en amarillo el que sale junto al tren y en negro, el de la vía.




Al mismo ritmo de montañeros corricolaris que en la subida, el descenso lo hicimos en 1h 18 min. Vaya, como si hubiera prisa por tomarse otra cerveza en Ascain e ir a echar la siesta a Biarritz...

martes, 27 de octubre de 2009

44. CASTILLO DE MONTGRI, (4k 250+) Torroella de Montgrí, Gerona

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Pocas excursiones como la subida al Castillo de Torroella de Montgrí en Gerona responden mejor al doble nombre de este blog: montes y arquitectura. Y aunque la razón de este título fuese el ver sugerencias arquitectónicas en las hechuras propias de las montañas, también puede ocurrir que la cima de un pequeño monte nos ofrezca como premio una excelente obra de arquitectura.

Gracias a Carlos Lloret (protagonista en un post anterior) y a homelink (el sistema de intercambios de casas), llevamos ya unos cuantos años instalándonos los últimos días de agosto en el apartamento que tiene en L’Estartit, y aunque nuestro objetivo casi exclusivo de esas estancias es la playa por la mañana y algún pequeño paseo turístico por la tarde, nunca habíamos descartado que algún día nublado nos tirase hacia el monte (justo lo contrario que en la alta montaña, donde las nubes tienden a disuadirnos).

Bueno, pues ese día llegó al fin este año cuando el martes 25 de agosto amaneció completamente encapotado. Como el objetivo elegido no parecía gran cosa nos pusimos unas zapatillas deportivas y la ropa de ir a la playa (más que nada pensando que el día podría mejorar y que a la bajada podríamos darnos un buen baño). Pero nunca hay que despreciar ascensión alguna porque lo primero que tengo de decir de esta pequeña excursión es que, debido a lo árido del terreno, las botas de monte me parecen el calzado más recomendable, y que los bastones para apoyarse tampoco estarán de más.
El punto de salida es fácil de encontrar pues dentro de Torroella ya hay indicadores. Y la misma señal está también en el inicio del sendero del parking de coches,



aunque el arranque del camino no es muy claro, con varios pequeños atajos que te hacen pensar si vas por el mejor de los senderos o no. Esto de los múltiples senderos es algo que no me gusta nada en el monte, pero bueno, dada la pequeñez de esta excursión, por lo menos aquí ya sabes que no hay pérdida. El objetivo se ve bien claro desde el principio: el castillo que está encima de ese gran domo calcáreo (foto de cabecera). Lo que no está claro si no se sabe de antemano (como era en nuestro caso) es por donde estará trazado el sendero.

Cuando los primeros senderos llegan a la base del domo, el camino amaga con irse hacia la derecha pero enseguida gira en sentido contrario y se descubre que pasa por el collado de la izquierda,



al que se llega en unos 20 o 25 minutos desde donde se deja el coche.

Una cruz señala el lugar y ofrece la perspectiva de la segunda parte de la subida que nos llevará otros 20 o 25 minutos.



Como digo, el sendero no es nada cómodo y mejor usar botas de monte que zapatillas deportivas. La diferencia de sudor que se aprecia en el vestido de Rosalía en los tres puntos clave del recorrido da cuenta del esfuerzo para hacer cada uno de los tramos (y también nos dice que aunque el día estaba encapotado, el tiempo era de bochorno y la humedad, de invernadero).



Puesto que este mismo verano habíamos estado también en los cercanos castillos de Queribus y Peyrepertus en las Corbieres, castillos que se pliegan en todas las diagonales posibles a las irregularidades de las rocas de las que emergen, encontrarnos con un castillo completamente cuadrado y regular fue una verdadera sorpresa.




Un panel explicativo cuenta que el castillo se levantó entre 1294 y 1301 y que el encargado por el rey de hacerlo fue un tal Bernat de Llabiá (o sea, ¡del pueblo de Félix!). El castillo se dejó a medio hacer cuando se disipó la disputa que lo originó por lo que, a diferencia de tantos otros castillos, éste no es una ruina sino una obra inacabada. Las sillerías de espera de las bóvedas son espléndidas y la restauración reciente de los torreones, hecha en ladrillo blanco, bastante discreta (lo que no es poco).

Desde la cima se disfruta de unas estupendas perspectivas, claro está. La primera de ellas, la vista aérea de Torroella y la vega final del Ter (y yo posando delante).



La segunda, con un poco de teleobjetivo, la del mar Mediterráneo, L’Estartit y las Islas Medes



Y en la tercera, hacia el norte, se ve toda la llanura de Ampurias, y en días claros se tiene que ver el Canigoú y todo el Pirineo; pero como el día que nos tocó estaba neblinoso la vista se nos quedó prendada en los senderos cercanos que llevan hasta un pequeño santuario metido en una hondonada y a otras lomas de lo más tentadoras para seguir andando, aunque... en días menos bochornosos.



Huelga decir que acabamos la excursión en el mar cercano. Y que... metidos en agua, como lo mejor de lo mejor de las estancias en L’Estartit es la vista de las Islas Medes que se tiene desde el apartamento de Carlos, cierro el post con una de las muchas fotos que les suelo hacer en sus muchas variantes de luz.



(Nunca me había parado a pensar que lo que seguramente me fascina de las islas es que, al estar rodeadas de una perfecta superficie plana, son como montañitas que tienen una base perfecta).

lunes, 12 de octubre de 2009

43. Algunas novedades en el TOLOÑO

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Por lo que leo en el post nº 20 de este blog, hacía 12 años que no subía al Toloño, así que en la ascensión que he hecho el 11 de oct de 2009 con Rosalía, Teresa y Josema, he encontrado algunas novedades que conviene comentar, y algunas fotos que me gustará recordar.
Para empezar pongo la foto del punto de salida, justo al dejar el parking de la ermita de San Ginés, porque cuanto más confiado va uno, más fácilmente se pierde: como han hecho una pista nueva (la de la izquierda) y los domingueros del puente del Pilar iban por ahí, yo también metí la pata. El camino bueno (el sendero viejo) es el de la derecha. Ojo ahí. Nada sabe tan mal como equivocarse nada más empezar.
Aunque da un poco más de vuelta, la nueva pista se acaba por encontrar con el viejo sendero en la roca que muestra esta foto



Pero lo peor del caso es que la pista continúa hacia arriba por el trazado del viejo sendero, habiendo destruido completamente su encanto montañero y su superficie pedregosa. El nuevo acabado superficial es completamente arcilloso, así que si pillas un día húmedo, como el de nuestra ascensión de ayer, las botas se cargan con dos kilos de barro (Ayyyyy). Esta foto es del descenso:



Las ruinas y la cima son hermosas siempre, aunque las vivas en medio de la niebla.






Lo único que me apenó de la cima fue ver que parte del muro de la vieja nevera se había venido abajo.



Ah. Y otro dato importante es que una vez en Labastida, si vas en día de fiesta es imposible comer en el Jatorrena. Como se dice ahora, estaba petado.

martes, 1 de septiembre de 2009

42. MONT VALIER 2.838 m. (17k 1.875+) Dep. Ariege, Francia



De la misma manera que me siento orgulloso y feliz dando a conocer los montes que voy poco a poco descubriendo, me siento igual de agradecido cuando son otros los que me los enseñan. En el post 20 de este blog conté que hace muchos años le enseñé a mi amigo Carlos Lloret las bellezas del Toloño, uno de los montes más próximos a mi pueblo; pues bien, muchos años después me ha devuelto ese regalo, crecido y aumentado, llevándome al Mont Valier.

No hace mucho que Carlos Lloret se compró una casa en las proximidades de Foix, departamento de Ariege (asunto que también comenté en su día en un blog vecino: NuevoLHD n 094, EL SUR DE FRANCIA), y por lo que él me cuenta y dicen otros relatos, el Mont Valier, con sus 2.838 metros, alza majestuosa su silueta sobre toda esta región. Yo no he tenido aún la suerte de verlo desde la lejanía pero en los mapas de montaña se puede ver, que a diferencia de la mayoría de los grandes picos pirenaicos que están situados en la frontera con España, el Valier se adentra un poco hacia el norte para reinar en solitario sobre esta bonita región francesa. Como además Carlos Lloret es uno de los empedernidos lectores de mis blogs y no se pierde ninguno de mis relatos montañeros, no es de extrañar que haya querido también ser el principal protagonista de este, haciendo acopio previo de información internetera, reservando el refugio, rodeándose de sus dos hijos, Carlos y Juan, y llevando la dirección de la expedición con el mapa en la mano. Este era por tanto el equipo humano en el punto de salida, el Pla de la Lau (975 m, a 8 km de buena pista asfaltada desde Les Bordes s-Lez ), a las diez y media de la mañana del 29 de agosto del 2009 (falto yo, claro está, que estaba detrás de la cámara de fotos).



La aproximación al refugio de Estagnous (2.246 m) se hace por el bellísimo valle de Riberot, pero debido al importante desnivel de casi mil trescientos metros, y a lo árido y pedregoso del sendero, hay que señalar desde el principio que la ascensión es larga y dura, y nada de “un paseo familiar” como decían algunos de los relatos interneteros que malinformaron al jefe de expedición. Lo que está muy claro, eso sí, es la división del camino en tres tramos perfectamente identificables por los hitos que lo jalonan. El primero de ellos es el que va desde el parking hasta la parte inferior de la Cascada de Nérech, y de cuya hermosura dan muestra estas tres fotos:





Lo hicimos a un ritmo bastante aceptable en 1h 25 min., por lo que lo de 1h que dicen otros relatos debe ser en plan competición (luego volveré sobre ello). La niebla hacía más hermosa si cabe la cascada pero a su vez nos ocultaba la gran dureza del segundo tramo: desde la parte baja de la Cascada (1.350 m) hasta el refugio de Caussis a 1.859 m. El primer resalte está incluso tallado en la propia roca de la cascada por lo que como dicen algunos relatos (seguramente con más acierto), con nieve o hielo se puede volver peligrosísimo. Carlos se vio sorprendido por la dureza de este tramo y tuvimos que parar un par de veces para almorzar y reponer fuerzas, una, a mitad de camino y otra, al llegar al refugio de Caussis. Entre una y otra parada fuimos saliendo de la niebla y empezamos a avistar la punta del Valier



En el último tramo, desde el refugio Caussis al Estagnous (2.246 m), Carlos nos mandó para adelante y lo subió tranquilamente a su ritmo (yo con las paradas ya había perdido la cuenta de los tiempos, así que luego volveré sobre ello). La foto siguiente, cuando ya se avista el refugio de Estagnous debajo del Mont Valier, muestra igualmente la dureza del sendero.



Es de justicia decir que el refugio de Estagnous es uno de los más bonitos y bien cuidados que hemos visitado hasta ahora. Mucho espacio en las habitaciones, estupendas duchas, y un espacio exterior para la cháchara previa a la cena realmente de antología. Sobre todo si te lo encuentras como lo vimos nosotros: con un hermoso mar de nubes debajo.




Además de que lo pudimos contemplar largo y tendido durante toda la tarde, entre el segundo plato y el postre todo el mundo abandonó la cena y salió del refugio para contemplarlo con la puesta de sol. La luz rasante parecía apretar las nubes y la magia del espectáculo hizo que el buen ambiente de la cena llegara a su punto máximo.



La foto del pico que he puesto como portada de este post la hice también en el momento de la puesta de sol y de ahí ese color rojizo tan especial que tiene. La foto más normal que me sirve para explicar la segunda parte de la excursión, es decir, la del ascenso a la cumbre del día siguiente, es esta otra:



Se ve en ella cómo discurre el sendero de izquierda a derecha, cruza el primer canchal de piedra; sortea luego los resaltes rocosos para subir por otro pequeño canchal hasta cerca de los neveros de la pared; gira entonces a la izquierda para zigzaguear por la ladera hasta ganar altura; y trazar entonces una larga y delicada travesía de izquierda a derecha hasta el collado de Faustin en el que uno tiende a agarrarse con la mano izquierda a las rocas porque las laderas herbosas o rocosas de la derecha tiran demasiado de la vista hacia abajo. Como uno no está para fotos en esos momentos, la única que hice es cuando prácticamente llegábamos ya al collado Faustin (2.653 m, 1h justa desde el refugio).



Antes de llegar a estas últimas dificultades, el jefe de la expedición decidió prudentemente darse la vuelta y renunciar a la cima, pensando que el larguísimo descenso le iba a ser mucho más duro que la ascensión y nos podría retrasar el largo retorno en coche a casa.

La última parte de la ascensión, desde el collado hasta la cima, se hace con la alegría de no ver dificultad alguna pues el lomo sur del Valier es amplio y herboso.



Juan, Carlos (hijo) y Rosalía me llevaron en volandas y en 25 min. estábamos ya reunidos en la cima con los tres alegres compañeros de Guissona (Lérida) con quienes habíamos compartido cena y habitación en el refugio. Eran tan sólo las 8 y media de la mañana, pero aún llegó otra pareja más de españoles que son los que nos hicieron la foto de grupo:



Los franceses madrugaron un poco menos que nosotros y atacaban la cumbre en masa cuando nosotros la dejábamos:



Me gusta mucho esta imagen porque muestra lo mucho que las fotos engañan. Compárese con la de la subida de este mismo tramo y véase la diferencia de sensación respecto a la pendientes.

Descender desde la cumbre hasta el refugio de Estagnous nos costó 1 hora. Desde Estagnous a Caussis, 50 min, y desde Caussis hasta la parte baja de la Cascada de Nérech otros 50 minutos. En la parte alta de la Cascada alcanzamos al jefe que descendía con mucha calma y prudencia, y almorzando juntos bajo sus aguas saltarinas, comentamos lo bellísima que había sido toda la excursión y la diferencia que siempre hay entre lo que te imaginas, lo que otros cuentan, lo que planeas y lo que te encuentras.



Carlos y sus hijos se quedaron un rato más a descansar y Rosalía y yo bajamos a buen ritmo desde la Cascada hasta el coche en 1h y 5 min., por eso decía antes que intentar subir este tramo en 1h es de locos. Lo de lo marcar los senderos por tiempos en el monte me parece una insensatez. Con los GPS que ya todos llevamos en la mano, poner la distancia en km y el desnivel en metros entre distintos puntos me parece mucho más informativo. Bueno, yo esta vez llevaba el GPS pero me quedé sin batería antes de llegar al refugio y perdí la información de las distancias en la subida, así que, en esta no, pero en las siguientes excursiones que haga con el GPS en la mano lo pondré así.

Aún una foto más antes de cerrar el relato: la de la Cascada que centra (y casi cierra) la parte baja de esta excursión. Gracias a la niebla no habíamos visto en la subida del día anterior los resaltes rocosos de la izquierda por donde se sube, que si no...